lunes, 21 de mayo de 2012

X


Se hablan con bocanadas de aire que no dicen nada y entre líneas lo dejan ver todo. La punzada tras la calma, la inestabilidad entre unos brazos, la locura que embriaga los sentidos y entumece los labios.

Y entre copas, un paso en falso, una llamada desesperada, tintes de Neruda tras sus veinte poemas de amor. La melodía de unos ojos, de las caricias robadas al tiempo, y de la distancia que aquel torpe avance acorta sin dejar lugar más espacio que el de unos dedos. Envasados al vacío, el rocío empaña sus pestañas y el sol adormece los párpados que, rendidos, se dejan caer tras el exhausto movimiento de sus cuerpos en el balanceante movimiento que el oleaje ejerce sobre el navío.

Y al final, silencio.

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